Matías Fernández Burzaco: El cuerpo como(dato)

“Mi superpoder es mirar. Mi cabeza es una bola pesada, parece que tuviera hidrocefalia; me ponen una toalla en la nuca para enderezarla y que no se caiga. Mi cuerpo está muerto; mi cerebro, demasiado vivo.” 

Matías Fernández Burzaco para la Revista Orsai

Matías tiene 23 años y es periodista. Tenemos la misma edad, leemos las mismas revistas pero entre nosotrxs hay una diferencia enorme:a él lo lee la gente que yo leo y lo admira la gente que yo admiro. 

Cuando lo contacté, fue para pedirle un testimonio sobre su forma de habitar un cuerpo diferente. Yo estaba escribiendo un ensayo sobre distintas percepciones históricas/filosóficas del cuerpo que nunca terminé porque se volvió aburridísimo. Sin embargo, cuando me acerqué a conocerlo, a leerlo, me vi en la necesidad de escucharlo hablar sobre él.

MJ: ¿Qué te hizo pensar en que tu historia estaba piola para ser contada? 

M: Creo mucho en el presente, en lo que sucede espontáneamente y siento que este libro – Formas propias: Diario de un cuerpo en guerra despertó mi cabeza o mis ganas de escribir en el momento en que veía demasiado morbo en la gente. Tenía muchas ganas de que surgiera una voz diferente sobre la discapacidad, no es una voz arraigada siempre a la motivación, a ser un ejemplo a seguir para los demás. Quise ser todo lo contrario.

Me gusta contar historias, ir hasta el fondo, retratar paisajes, personajes, incluso para eso tomé mi cuerpo y lo usé como un objeto. Desde ahí pude contar a mis amigos, a mi familia, a todo este mundo qué es singular, difícil, particular, pero tratando de convertirlo en algo universal: que lo entienda cualquiera. 

Mi cuerpo si o si generaba reacciones en la calle, y yo me empoderé sobre eso Entonces lo tomo y lo muestro con mis palabras, busco recrear esas imágenes que forman parte de mi vida todo el tiempo: siempre hay un taxista en un auto distraído que se queda mirando o un nene que me quiere saludar.

Lo que quiero es hacerme cargo, responder algunas preguntas, generar otras. 

Me puse delante del espejo, hice una radiografía de eso y le di palabras, más allá del dato de la forma de ese cuerpo, re dibujarlo con palabras en una forma propia

La gente no se acerca a nosotros, no nos pregunta cómo estamos y tiran la fácil: sos un capo, ejemplo de vida. A mí esa gente me genera ruido, para mí escuchar es un valor y siento que decir algo sobre alguien que no conoces, o que no viste en acción es bastante raro. Por ejemplo, hace poco salió una nota mía en Infobae, que está buena, pero le pusieron una foto de un pianito, buscando reflejar una romántica, muy pro vida (se ríe), un discurso de amor a la vida rarísimo. Todos los comentarios halagando a mi mamá, que es una leona, que yo soy un capo. Yo solamente quise contar una historia, nunca quise este resultado. 

Creo que yo quise en el libro representar a toda esa gente que con o sin una discapacidad no quiere ser nombrado en esos términos: el libro aplica para todos los cuerpos extraños, y sin embargo todos tienen formas propias entonces tampoco sé qué es un cuerpo raro o normal, solo se que el mío no  es genérico. Desde ahí traté de volcar con todo el humor negro posible en el libro, y después en todos los temas que grabé. 

MJ: ¿Las limitaciones entonces no son en referencia a tu cuerpo sino a los “parámetros sociales? 

Si es recontra social, tiene que ver con no conocer al otro porque conmigo se puede hacer de todo. Con mis amigos, amigas, con algunas chicas que estuve pude hacer de todo: no hay límites, mucho menos verbalmente.

Mi cuerpo influye en que es un poco más difícil relacionarse, atraviesa una parte fundamental para mi que es la conexión, no sé, sexualmente por ejemplo. Me ha pasado de estar en una reunión con amigos, viene una piba, a ellos los saluda con un beso y a mi me saluda con la mano o no me saluda, parece que tengo que aclarar que no muerdo, que soy un pibe como vos. Esas cosas me pasan un montón de situaciones, tiene que haber un periodo de prueba para que el otro se relaje y me tome a mí como un par. Hay también personas re piola que no la necesitan, obvio, pero cuesta más. Hacerse escuchar cuesta más, participar cuesta más, que me presten atención, que mis padres no me sobreprotejan, que la sociedad no me piense como un “enviado de Dios”, todavía no entiendo si esto último es un halago o un insulto. 

MJ: Hablas mucho de la idea de monstruosidad. ¿Qué es lo que identificás como monstruoso? 

Hay como una locura por ahí. A veces las personas me preguntan “Che, ¿qué onda con tu enfermedad?”. A mi me dan ganas de responder algo así como ¿cuál de todas? Mucha gente no está diagnosticada y también está enferma. 

Por un lado pienso que la enfermedad si es un dato y por otro también me gusta jugar y explotar está monstruosidad, tener un cuerpo que no tiene nadie , sentirme poderoso. La relación con lo monstruoso es desde ahí, no con algo feo sino con algo fuerte, lleno de poder, de frases que pueden ser volcadas en una crónica, así sucedió con el libro y así es con los textos que publico en Orsai. 

MJ: Me encanta tu idea de tomar la diferencia como la singularidad, entenderlo como algo único.

M: Si, un poco creo que la sociedad nos prejuzga y piensa que nosotros estamos como recontra superados, al ser voces autorizadas dignas de dar charlas motivacionales no podemos darnos el gusto de sufrir ansiedad, ataques de pánico, o pasar por diferente estados emocionales: ahí se equivocan de nuevo. Yo también me preocupo por cuestiones estéticas, mis amigos dicen que soy un hincha pelotas por querer peinarme de tal manera, o querer ponerme un reloj en el que ni siquiera puedo ver la hora porque está roto y solo lo uso porque es dorado y me gusta. 

Desde un pensamiento hegemónico y conservador se siguen manteniendo esos pensamientos sobre las personas discapacitadas. No siento que mi libro haya venido a romper con eso, pero sí que trajo una voz diferente: porque no soy militante ni activista de la discapacidad, yo soy yo. 

Un ejemplo del pensamiento que tiene la sociedad respecto a nosotros, Clarín tituló la otra vez una nota mía “Matías, el chicó que se negó solamente a sufrir” ¿quién les dijo que yo me negué a sufrir? – Marías se ríe – Ojalá. 

MJ: Marcás la idea de  no querer ser un vocero de la discapacidad, pero en general hablas en plural ¿por qué? ¿Quiénes forman parte de este “nosotros”?

M: Creo que nosotros podríamos abarcar a personas que fueron rechazadas por alguna cuestión física, estética. No sé, no me gusta usar la palabra discriminadas, pero sí hablo de cuerpos extraños, que no son genéricos, los que llaman la atención: hablo en nombre de ellos porque tengo ganas de que se sientan representados. 

Tal vez no, tal vez hay personas en condiciones parecidas que se aferran mucho a la religión o a otras cosas y es súper respetable. Mayra, la otra chica que tiene la misma enfermedad que yo, que vive lejos de mi casa pero acá en Buenos Aires, creo que es híper religiosa. Me llama mucho la atención, me dan ganas de que lea mi libro, me llenaría el pecho de orgullo y de felicidad si al leerlo ella quisiera ponerse a escribir lo que siente. Esa sería una meta para mí, si sucediera sería maravilloso. Así con todos y todas, que leer los lleve a escribir. 

MJ: Hablamos sobre tus dificultades o cuestiones que ha intentado limitarte, pero ¿cuáles son las cosas que te inspiran o te generan libertades?

Algunos ratos mis amigos pasan por mi casa y me cuidan, no solo de onda sino también por un pago, como un trabajo. Eso me parece tremendo como consecuencia del libro, empecé a hablar más con los médicos, a quedarme más con las enfermeras a la noche, a ranchar con mis amigos. Incluso el poder darle un trabajo a mis amigos es algo que siempre soñé y que hoy está cumplido, los pibes vienen a jugar a la play y encima la obra social les paga. 

Eso me da muchísima independencia y hace que no me aleje tanto de mis amigos, si bien cada uno tiene su vida, sus proyectos y todo. 

También mis padres han mantenido distancia por suerte, lo que me da varios momentos de soledad, después del libro me siento más hombre o más libre, me hago cargo, ya no estan mis tutores atrás mío, estoy yo para preguntar, hablar, investigar sobre mi cuerpo, moverme, generar plata, tener intimidad. 

Yo siempre estuve rodeado de amigos, eso también me da una libertad superior que está buenísima, por más de que necesite ayuda de mis padres, de enfermeros y de una invasión de gente. 

MJ: ¿Qué onda para vos la soledad?

M: Encuentro cada vez más esos espacios y es gracias al libro. Es por eso que me hizo bien, pero también me cagó a palos, para escribir un libro hay que atravesar muchos estados. Ahora puedo decir que me siento súper relajado, tranquilo, con más privacidad, tomando decisiones. 

Cuando cortamos el teléfono pensé en que Matías me cae bien, como pasa habitualmente con la gente que maneja la ironía y el humor negro, quiero ser su amiga. 

guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios