El desafío ético: informar e interpretar en tiempos de crisis

Entender la información como un derecho, es esencial siempre pero por sobre todo en tiempos de pandemia. Es por esto, que comprender el rol y la responsabilidad que conlleva se ha transformado en una tarea urgente para los tiempos que corren.

La producción periodística tiene dos capacidades: informar y contribuir a la formación de una opinión pública. Para ello, debe  primero poder distinguir entre noticias y publicidad, segundo discernir entre información y opinión.

Desde que comenzó el Covid-19 en todo el mundo, nos acechan corrientes de información basada en estadísticas instantáneas sobre la forma en que el virus avanza o los métodos que ha utilizado cada país estratétigamente para resguardarse. Sin embargo, cuando las certezas son pocas, cuando el miedo abunda y la vida corre peligro, aumentan las responsabilidades individuales en el hacer colectivo de una cotidianeidad más llevadera. La solidaridad y el cuidado de un otrx, no puede limitarse a las normas de sanitarias de higiene y distanciamiento social recomendadas por las autoridades del gobierno de turno.

Es crucial repensar la densidad de las palabras: las que decimos, escuchamos, repetimos, interpretamos, todo el tiempo y a toda hora. Quienes tienen un rol periodístico, de figura pública, los creadores de contenido en cualquier ámbito adeudan a la población que confía en ellos y en ellas, intentando recuperar la credibilidad perdida (como dijo Mercedes del Hoyo, en La Marea, 2014) de actuar sobre tres aspectos de su trabajo: la actitud partidaria, la búsqueda de datos y la elaboración del mensaje informativo.

¿Pero, cómo se desarrollan estas disciplinas en nuestro país? ¿Y en el momento en que vivimos? El Observatorio de Medios de la Universidad Nacional de Cuyo, realizó el seguimiento y elaboró un informe donde se reconoce el rol de los medios en el contexto actual. “Los medios digitales más importantes del país informan principalmente sobre política sanitaria en el contexto de Covid-19, pero impulsan la opinión y la discusión desde una perspectiva que pone el foco en las pérdidas económicas más que en el riesgo de pérdida de vidas”, explica Esteban Zunino, Director del Observatorio de Medios de la UNCuyo, en Twitter (@eazunino).

De este modo, entendemos como desde las editoriales se da cierto aval a determinadas posiciones (anti cuarentena, neoliberales, que fomentan paranoia del discurso económico) y eso se ha visto plasmado en las respuestas sociales. Por eso, hacemos especial hincapié en la importancia de la representatividad mediática: saber a quienes estamos leyendo, quiénes analizan esa información. Estas temáticas, que se manifiestan como el interés de la agenda pública, son siempre impulsadas por una misma generalidad: varones, blancos, de clase media/alta (otro estudio del Observatorio, revela estadísticamente que 10 de 10 notas editoriales son escritas por varones, al igual que 9 de cada 10 notas de opinión).

En este contexto, los medios se convierten en nuestra ventana al mundo, el problema es que esa ventana siempre es representadas por las mismas personas. El otro balcón con el que contamos son las redes sociales: aunque estas nos demandan un paso más, es decir el proceso de verificación para chequear esta información. Está en cada uno de nosotrxs, la posibilidad de encontrar información que no contribuya al miedo, a la paranoia social, al amarillismo que vende.

Sin embargo, hay distintas herramientas que pueden facilitarnos esta tarea: la UNESCO y la PNUD  crearon una guía para promover la información verificada en tiempos de Covid:

– Informate de fuentes confiables

– Revisá quién produce esa información

– Leé la nota completa, los títulos pueden ser engañosos

– Verificá la fecha de publicación y contrasta con otras fuentes

– Evitá compartir cadenas anónimas

Agradecemos la participación y colaboración de María Emilia Rodriguez del Observatorio de Medios de la UNCuyo para el desarrollo de esta nota.

guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios