Encuentro Cyborg: pensar desde la imagen y el cuerpo

Edición Museo Carlos Alonso

En un contexto de hiperconexión y sobreinformación, la comunicación como ejercicio de escucha e intercambio se vuelve necesaria. El pasado 19 de febrero el Museo Carlos Alonso abrió las puertas para el primer Encuentro Cyborg, un conversatorio que busca pensar al ritmo de lo analógico. Un espacio para construir un intercambio de ideas y propuestas entre artistas, creadorxs, gestorxs y consumidorxs.

Este encuentro fue el inicio del ciclo que tendrá continuidad mensual mientras la presencialidad del nuevo mundo lo permita. Cuando no, volveremos al ciberespacio para seguir intercambiando ideas, preguntas y disparadores que no matan pero abren la cabeza. El primer invitado en acompañarnos fue Matias Funes (UFO),  fotógrafo digital y analógico, productor audiovisual, performer e intérprete escénico. UFO (Unidentified Flying Object) se anima a abrir con nosotras los encuentros cyborg en una charla que  buscó repensar los procesos creativos, la difusión de obras y la necesidad de generar un intercambio interdisciplinar en el circuito artístico.

A continuación les dejamos la reflexión de UFO sobre el mismo: 

En un sentido primario y simple, nos reunimos para contemplar la propia presencialidad de los cuerpos en un espacio de diálogo. Proponemos la creación de un espacio, no solo físico, sino sobretodo vincular, emocional que permita la expresión de distintas opiniones y vivencias como hacedores artísticos, reivindicando lo humano ante todo, hoy un sueño y un desafío. Crecí en una provincia llena de personas que admiro en materia de arte y humanidad, sin embargo fue contradictorio ver como con el paso del tiempo y las políticas neoliberales de desabastecimiento cultural y social pusieron en evidencia la carencia de espacios físicos y abstractos, para la gestación de un encuentro con un otre. Tanta magia sin lugar. De alguna manera entiendo que en ese punto se halla imperiosa la victoria del capitalismo sobre nuestras vidas, aquello que autopercibimos como un poder, se nos vuelve en contra y se convierte en un peso y algo que no tiene un lugar para desarrollar su potencialidad. 

Son muchas las incógnitas que nos atraviesan frente a la falta y responsabilidad del quehacer social, de la gestión cultural y la propia vivencia como hacedorxs artisticos.

En un mundo donde vemos cómo las estructuras políticas y económicas se caen a pedazos, son muchas las dudas en cuanto a nuestros presente y porvenir profesional; posibilidades de inserción en un circuito artístico que lucha contra la precarización laboral, arte vs producto, autore y productore y cuando no también distribuidore de la obra, expectativas vs realidad, productividad vs goce, entre otras para nombrar. 

También me pregunto cómo será el avance social y cultural que nos permita elevar al arte como una profesión más frente a un estado que deslegitima y condiciona la labor artística desde sus estructuras educacionales. 

Al mismo tiempo las herramientas de digitalización y virtualidad han llegado para quedarse y representan en algún punto una herramienta para la comunicación y cercanía de los espacios. Pero… ¿Hasta qué punto somos seres en comunicación y hasta qué otro punto no nos hemos convertido en el mismísimo producto de las grandes empresas de publicidad? Porque hace una década atrás podíamos ser un poco más ingenuas al respecto pero hoy podemos ver cómo el algoritmo nos sujeta a una necesidad existencial de volcar nuestro día a día en las redes sociales. Si bien las herramientas tecnológicas son el presente y sin duda el futuro, entonces ¿Cuál es el cambio de paradigma espiritual que debemos hacer las personas para que nos nos termine consumiendo y deshumanizando la máquina telecomunicacional?

Por otro lado, pareciera , me atrevo a pensar, que las reglas y protocolos postcovid llegaron a nuestras vidas y no piensan dar marcha atrás, porque en alguna lectura es el mismísimo establishment ejerciendo todo su poder bajo las formas creadas desde hace varios siglos atrás, entonces ante semejante brecha histórica de la humanidad cuáles son los nuevos desafíos a los que nos enfrentamos al momento no solo del quehacer artístico, sino el quehacer humano relativo a una especie en crisis de identidad y respeto por el planeta. ¿Estamos preparades para un cambio de valores o un cambio de hábitos? ¿Cuáles serían los primeros pasos a dar para construir un tipo de sociedad que contempla la posibilidad de una consciencia universal capaz de tener empatía por el ecosistema en el que vive ?

Invocando a Donna Haraway, creadora del manifiesto cyborg, podemos decir que hay nuevas formas que se vienen construyendo legítimamente hace muchas décadas atrás relativas a la construcción de un nuevo sujeto capaz de cohabitar un organismo e identidad no binarie , proponiendo un sujeto híbrido que encarna la mutación, una criatura de la realidad social y también de ficción que permite acoplamientos fructíferos. La figura del cyborg propone reescribir activamente los discursos en que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras relaciones sociales.Propone salir de los dualismos y entender que las teorías universales y totalizadoras salen de la realidad porque la realidad es la contradicción en funcionamiento. 

En este sentido hay una punta de un iceberg que aparece y nos permite soñar con la creación de estructuras, formas, hábitos e identidades , que habitan la lucha política , que perseveran  y se proponen la incorporación de una historia pasada a contrapelo, retomando formas creadas que si nos sirven y llevándolas a un nuevo presente actualizado en materia de necesidades humanas contemporáneas. 

Si hay una salida a la normalización, es nuestra responsabilidad crearla, reconocerla y visibilizarla. 

Es por esto que hoy en contextos de tanta hipercomunicación, encontranos cuerpo a cuerpo con la  intención de escucharnos, es condición necesaria para la construcción de lineamientos  que nos aproximen al tipo de sociedad con la que soñamos y merecemos.

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