Leila Rodríguez: crear desde lo versátil

Leila Rodriguez, actualmente directora de arte de C. Tangana, nació en la isla volcánica de La Palma y se mudó más de 27 veces. Conoció la vida de rodaje de la mano de amigos y empezó como ayudante de directora de arte hasta hacer lo que hace ahora: dirige, monta escenografías, pinta y sobre todo hace arte. 

Sofía: ¿Cómo definirías la creatividad? ¿Cómo vivís trabajar en este rubro?

Leila: Lo he tenido que buscar en google. Es la capacidad para crear cosas o inventar. Diría que es la facilidad a la hora de tener ideas o de imaginar que tienen algunas personas. Tener un buen imaginario siempre ayuda a las buenas ideas, y yo pienso que esto es algo que se entrena, que nadie nace aprendido. Si de pequeño/a lees mucho, ves muchas películas, incluso si pasas mucho tiempo solo/a, adquieres más facilidad para imaginar. Vas construyendo mundos con la imaginación. Igual hay gente a la que se le da bien y ya está, no lo sé.

Creo que cualquier trabajo que requiere de creatividad, puede ser increíble o una putada a partes iguales. Sobre todo cuándo hay deadlines, o limitaciones económicas. Es increíble cuándo creas para tí, o cuándo te apetece invertir tu tiempo porque te nace. Pero cuándo se convierte en un trabajo, en ocasiones es duro, no siempre tienes la cabeza para tener buenas ideas y a veces viene acompañado de una presión que a mi en concreto, me estresa fácilmente. A pesar de esto, creo que tengo una suerte increíble de poder dedicarme a ello. 

S: ¿Cómo experimentas el proceso creativo a la hora de abordar un proyecto? ¿Quiero decir, es más bien racional, intuitivo, surge desde las palabras, desde las imágenes, cuál es el punto de partida y cómo se desarrolla? 

L: Depende mucho del proyecto. Normalmente hay una dirección creativa detrás, o una idea de la que partir,  a la que tienes que adaptarte. Con el tiempo me dí cuenta de que es muy importante saber, estudiar, conocer acerca de la estética más allá de tu gusto personal. Puedes tener muy buen gusto pero normalmente tenemos gustos concretos y es importante saber construir espacios que tengan tu toque y parte de tu imaginario, pero de manera versátil, pudiendo adaptarlo a las necesidades del proyecto. Si que hay proyectos en los que he tenido libertad absoluta de creación, y son los que más disfruto. Lo primero que hago, es nutrirme de lo que ya existe, mirar mil referencias, ver películas, incluso fijarme mucho en mi alrededor cuándo voy caminando por la calle. A veces las ideas salen solas, pero otras muchas tengo que buscarlas, y van mutando hasta que se convierten en algo que me convence o me ilusiona. 

S: ¿De dónde vienen tus inspiraciones? ¿Cuáles son tus fuentes? 

L: Esta pregunta siempre me ha costado, porque no lo tengo claro. La primera vez en mi vida que me fijé en la estética de una película, y me fascinó fué con Delicatessen, de Jean-Pierre Jeunet. Soy muy fan de lo tétrico, del surrealismo y del humor negro. Cuándo empecé a trabajar en esto, no tenía ni idea de diseño, de proporciones o de color.  Y empecé a aprender, por necesidad y para no sentirme una intrusa. A veces tengo un poco de síndrome del impostor, por que no he estudiado una carrera relacionada con el arte y acabé en esto un poco porque fué surgiendo. En mi defensa he de decir que de pequeña era de las que pasaba mucho tiempo sola, osea que imaginación no me ha faltado nunca. Ahora tengo un gusto algo más entrenado, pero para mi la base de todo viene de ahí.

S: ¿Cómo considerás que influye la inteligencia artificial en los trabajos creativos? ¿Cómo crees que esto puede influir en tu trabajo?

L: Yo soy bastante tradicional en el método. Siempre que puedo, dibujo a mano los planos de las construcciones. He tenido que aprender a hacerlo digitalmente, para parecer más seria cuando hay que serlo, pero creo que a mano siempre todo tiene más encanto. Aún así, no estoy en contra de lo nuevo, la AI me parece una buena herramienta siempre que se le de buen uso. Me gusta como apoyo creativo. Alguna vez la he usado para crear una referencia de algo que tengo en la cabeza y no encuentro por ningún lado. Confío mucho en que el encanto y el valor añadido que tiene lo manual, o ya directamente, lo humano, nunca dejará de importar. Al final siempre volvemos para atrás, ahora todo el mundo prefiere tirar fotos en carrete y rodar en película. Entonces, no me preocupa de momento ese miedo de que la AI pueda llegar a sustituir a la inteligencia humana, sobretodo en el mundo del arte. Igual confío demasiado en la humanidad, a veces peco de ser demasiado positiva. Supongo que es un mecanismo de supervivencia. 

S: En Little Spain utilizan las herramientas visuales para mostrar qué es España desde su mirada y, como dicen en la nota en Club de Creativos, “construir discursos alternativos en torno a los temas de siempre”, ¿qué España buscás mostrar vos? 

L: Sin duda en los últimos años ha habido una gran oleada de nostalgia que abraza lo tradicional, la España humilde, profunda, y algunos de sus símbolos. Creo importante conocer bien los límites en esto, para no caer en la inocente romantización de elementos de dudosa moralidad. A veces la línea entre lo tradicional y lo facha es muy delgada. A mi me encanta este país, pero no soy fan del orgullo patriótico. La historia de España tiene también su lado oscuro y las nuevas generaciones somos responsables del cambio, de cómo va evolucionando todo y la manera de producir cambios es cuestionando las cosas. 

Dicho esto, creo que en Little Spain lo han hecho muy bien. Han creado una marca, tienen  una identidad muy marcada y con mucha fuerza estética, que vive de esta nostalgia, reviviendo ciertos elementos de la cultura española que tienen bastante magia, pero con un toque a la vez muy actual. 

Yo he crecido en el campo, en un entorno rural y me fascina el mundo agrícola, la vida de barrio y los detalles mundanos de sus habitantes. Si algún día tengo la oportunidad de contar una historia que hable de cómo es España, contaría la de cómo mi abuelo Luis, emigró, luchó contra la pobreza y el hambre que les dejó la guerra civil y consiguió tener hectáreas de cultivo y ganado que permitió mantener a varias generaciones sin saber leer ni escribir. Ahora está muerto y los campos se están secando porque a la gente jóven ya no nos interesa esa vida. Yo me muero de pena, pero tampoco voy a regar los olivos. 

S: Teniendo en cuenta la propuesta del show en vivo de El Madrileño, considerando su puesta en escena en relación directa con lo audiovisual, la dirección artística, el elenco, etc., ¿cómo pensás que se han transformado los recursos y las exigencias de los músicos los últimos años en relación a su expresión visual? 

L: En general se ha empezado a cuidar mucho más la estética. A día de hoy es raro que alguien saque una canción sin videoclip y se convierta en un Hit. Creo que en los últimos años ha habido un creciente interés por invertir en esto. Al final un videoclip no tiene casi ningún beneficio económico directo para los artistas, es como un escaparate y está genial poder tener más alcance a través de este escaparate. Al final, los artistas, los músicos, no son sólo sus canciones, son también el conjunto estético y el personaje que crean que tiene en muchos casos un gran poder de atracción. Para mí, Pucho es un ejemplo perfecto de esto. Lo que hicimos en la gira surge de esta necesidad de hacer algo grande que permanezca en la memoria. Ir a concierto de Sin Cantar ni Afinar Tour, era parecido a ir al cine. Hasta yo misma que lo he visto mil veces, me volvía a sorprender en cada concierto. Y creo que esto marcó un precedente, porque aunque se cuide mucho la estética que acompaña a la música, no es nada común ver algo así en un directo, al menos en España. En la escenografía se le daba la misma importancia a las tarimas, moqueta y grandes telones que a las colillas que llenaban los ceniceros, los whiskys. En el vestuario también, cuidando hasta el más mínimo detalle, porque todo se veía en la pantalla gigante. Esta capacidad de innovar, de inventar, de anticiparse y de no creer en los imposibles, dicen mucho de Pucho como artista, no expresa sólo a través de canciones, construye un universo para elevarlas al siguiente nivel.

S: ¿Qué buscas provocar a través de tus trabajos?

L: Tampoco lo tengo muy claro. No me considero una artista muy conceptual la verdad. De hecho, en las cosas más personales que hago, disfruto más el proceso que el resultado. Me encanta sentarme a pintar o hacer cosas con las manos, me abstrae y me lleva a un estado de calma en el que me cuesta estar fuera de ello. 

S: ¿Qué le recomendarías a alguien que quiere trabajar en lo tuyo?

L: Lo más importante, entender las inseguridades y luchar contra ellas. Es muy común sentirse insegura en este tipo de trabajos. Al final estás sometida a un juicio constante, las cosas que haces tienen que gustar, entonces sentir inseguridades es lo más normal del mundo y hay que abrazarlas, sin dejar que te incapaciten. También que no se compare con nadie. Esto también es muy común, tendemos mucho al autosabotaje. Nadie es mejor que nadie, sólo somos diferentes. También que tenga mucha paciencia. No es fácil vivir de esto de primeras, requiere casi siempre mucho esfuerzo y constancia. Y lo más importante, que si es lo que quiere, lo haga, hay que olvidar el cuento ese de que es difícil, de que no tiene salidas. Si te lo curras, es muy probable que puedas hacerlo. Sólo prepárate para tener poca estabilidad al principio, juro que al tiempo, con mucho trabajo, se puede conseguir la estabilidad (Yo todavía no la tengo, pero juro que se puede).

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