Puto Inadaptado: La dopamina se libera cuando haces match

Por María Jesús Abril

Nacho Joshas es creador de contenido y actor. En su canal de YouTube se dedica a  desenmascarar el mundo gay desde adentro. En esta entrevista charlamos con él sobre garchApps, nuevos mundos virtuales, autorepresentación y más formas narcisistas de relacionarnos con otrxs.

María Jesús: ¿Como surgió Puto Inadaptado?

Nacho: Apareció hace 10 años cuando me fui a vivir solo. Fue como mi adolescencia gay, empecé a frecuentar boliches y a usar plataformas para conocer chabones. Fue una bomba de exposición y pensé: no puede ser que esta mierda sea ser gay.

Yo ya venía desencantado, pero esto fue un boom. Me cruzaba con mucho clasismo, caras de orto, una hostilidad muy fuerte ¿Cómo puede ser que sí es un lugar a donde vas a conocer gente todos se traten tan mal?

Empecé a ver que lo tenía que sacar, hice entrevistas a algunos amigos, videos muy en joda, pero hablando de un tema que me afectaba. Es mi propia interpretación, no me sentia cómodo en el mundo gay ni en el hetero, y entre eso busqué mi propia interpretación, donde la diva es lo payasesco, pero con cierta reflexión desde la incomprensión, el título lo dice: soy un puto inadaptado.

MJ: Foucault habla de cómo los dispositivos de poder se articulan directamente en el cuerpo, en situaciones, procesos fisiológicos, gustos, emociones, etc. En este sentido, ¿Cuál consideras que es el rol de estas Apps de citas en las sociedades de consumo?

N: Justamente lo primero que veo es que las aplicaciones de citas se parecen más a una venta online que a una situación de seducción. Me parece que están sujetas a esa lógica y no a la seducción que puede darse en cualquier lugar, donde dos personas se gustaron. La gente está  muy puesta en el lugar de mercancía y de ver qué puede comprar, de tener al alcance de la mano una pestaña de Mercado Libre, de Pedidos Ya, como si todo estuviera a la misma altura en estas Apps. Yo no les digo de citas, para mi es de garche.

Lo que planteas de Foucault entra bajo esa lógica, hay muchas realidades en simultáneo. Pero al mismo tiempo me parece que no dista de un bar, porque también es un dispositivo donde no puede ir cualquiera, hacer cualquier cosa, ponerse de cualquier forma o decir lo que quiere. En un bar está la silla, que te pone de cierta forma, y el trago ya es caro o no, pero es permitido para el que tiene plata, bueno en ese sentido cualquier cosa es un sistema excluyente…

MJ: Serían como dispositivos de acceso, si alguien te habla en la calle porque sí es raro, pero si lo hace en un boliche no.

N: Claro, estás ahí para eso en algún punto,jugando un rol y cumpliendo una ficción. En Tinder se re contra ve la ficción, todos tirandose en paracaidas o subiendo fotos en la Torre Eiffel: 250 días del año, sufriendo, tomándose el bondi, en una oficina horrenda y de golpe todos son aventureros o hacen deportes extremos.

MJ: ¿Cómo crees que influye esto en la autorrepresentación de cada unx?

N: Me parece que moldea la cabeza esto, de una forma u otra. La virtualidad nos influye y como dije es una ficción donde mostramos una segunda vida, con lo que querríamos ser o lo que nos gustaría que vean de nosotros.

Creo que entre el anonimato y la ausencia física se permiten cosas que en persona no, como hablarle como el orto a alguien en las redes, o hasta cumplir fantasías que en persona no se animarían.

Creo que eso si, para los nativos digitales o las generaciones que están más metidas en lo virtual moldea más todavía la cabeza. Es estar todo el tiempo a través de un dispositivo, de una imagen virtual, que a su vez te impide correr ciertos riesgos.

MJ: Estuvimos viendo también los requisitos o las fichas que de inscripción para sumarse por ejemplo a Grindr y es bastante polémico lo que te piden…

N: Grindr  lo peor que hay. En sí mismo, es una herramienta neutra, pero nada es neutro. El creador dijo que le puso ese nombre porque era un lugar donde se encontraba todo el mundo, pero está muy lejos: es un picadero de carne.

Es bastante complejo, que te de la opción de poner tu estado de HIV por ejemplo y que ese sea a su vez un filtro, ya dice mucho.

Es como un lugar de deshumanización total. Un garchadero, hay gente que dice cómo: voy a usar Grindr para conocer a alguien, pero no funciona así, en el bondi tambien podes conocer a alguien, pero no es un lugar para eso. Esto se agrava con el anonimato,el esconder la cara como un paso a la hostilidad terrible.

MJ: El mes pasado Isla Cyborg hizo un encuentro virtual para debatir sobre sexting con una investigadora que se había especializado en el tema. Se tocaron varios puntos respecto a los roles, ¿crees que los estereotipos de las relaciones heterosexuales se repiten entre activos y pasivos en las relaciones homosexuales?

N: Ningún adulto nació en el 2020, es decir nadie que sea adulto hoy se crió cuando se ponía en duda a los roles o se cuestionaba a estos estereotipos. No sé cuánta gente lo practica o lo siente. Pero entre los gays si, se reproduce mucho eso, me parece que porque el mundo en general todavía sigue siendo bastante heterosexual y binario. Yo no lo veo como algo malo tampoco, en general la gente está muy atacada con eso. Pero por ahí sí me parece que nos impide ir más allá de las capacidades que queremos tener de goce y de comunicación con el otro.

El tema de los roles igual es un mundo aparte, porque ahí hay como una fascinación por el activo, un desprecio total por el pasivo. Lo que lleva a muchas capas de discriminación por ejemplo, porque el pasivo se parece mucho mas al rol de la mujer teoricamente y segundo porque hay competencia: la mayoría quiere ser pasivo. Lo que genera a su vez una fascinación por el que pone la pija.

MJ: Vuelve un poco a lo que se le critica al hombre hetero cis promedio, la concepción de que el mundo gira en torno a su propia sexualidad.

N: Son como una fábrica de carne las aplicaciones, es el cuerpo ante todo. Lo crítico y a la vez no, porque entiendo de dónde viene y a dónde va esa gente, estás en el lugar y en el dispositivo que es lo más básico, el cuerpo, la carne. Nadie dijo que era un religión o que íbamos a entrar a Grindr para elevar nuestro espíritu. Es una mierda, pero es entendible.

MJ: ¿Crees que hay un sin límite del consentimiento en la virtualidad?

N: Tengo sentimientos encontrados, por un lado creo que sí. Pero hay diferencias, para empezar Grindr es una app para mayores de edad, específicamente para coger, no es Tinder. Llevándolo al espacio real es un garchadero y no es un boliche.

Ahora es virtual, pero antes esos espacios se generaban por ejemplo en el pasillo de un boliche gay. No estoy en desacuerdo con que haya lugares así, me parece genial los espacios más animales. A mí, personalmente, porque soy hombre, mido 1,88, a lo sumo le diré que se vaya, pero no me intimida, entiendo que a una chica de un 1,60 seguramente sí.

Pero aún así, tomen esto con pinzas porque es polémico, aunque obviamente no estoy a favor de ningún tipo de abuso. Creo que el consentimiento se ha transformado en un pilar, el lado A de eso lo conocemos: no queremos que haya ningún abuso. Pero el lado B, es cierta profilaxis con el otro.

En este sentido, lo que critico es que se ha generado un nuevo dispositivo que nos impone un protocolo para vincularnos entre nosotros. Si algo tiene la potencialidad de generar conflicto, se anula.Me fui a la mierda igual…

MJ:En cuanto a las formas de vincularnos ¿Qué sentís de la idea de compañía que proponen las redes sociales?

N:Hay un fenómeno que se da con las aplicaciones sociales que son la adicción y el placer que genera el placer de ser aceptado. La dopamina se libera cuando haces match, no cuando hablas o planeas juntarte, ese es un proceso más largo, lo más corto es: a alguien le gusto.

El acento está puesto en gustar, no en conocer. Muchos ponen el link para que los sigas en Instagram, lo que no es otra cosa que prolongar el placer: tener la bandeja de entrada llena de chongos que te quieren conocer.

Entonces son dos cosas: por un lado sentirse solo. Me parece que estamos actualmente muy aislados, más allá del Covid, la comunidad está muy rota, la vida en la ciudad es compleja. Trabajas todo el día para pagar un alquiler de mierda, no estamos en los ‘50 en EEUU, está todo muy precarizado. Este contexto de desagrado terrible se cruza con nuestras generaciones adictas a la gratificación constante. Es un problema narcisista. Y en segundo lugar, la promesa de quizás conoces alguien…

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