Subjetividad neoliberal

Julieta Kordys es licenciada en filosofía de la UNCuyo, y Pablo Torre es psicólogo con formación en psicoanálisis. Ambos son docentes y realizan talleres sobre diversas temáticas en Mendoza (Filotalleres_ATR). En esta nota charlamos sobre la internalización de las exigencias, la despolitización y el borramiento de los límites espacio-temporales en la subjetividad actual.

Sofía: ¿Cómo ha moldeado la subjetividad el sistema capitalista?

Pablo: Teniendo en cuenta al capitalismo como un sistema que lleva más de 500 años, depende en qué fase dentro del capitalismo que hablemos va a ser el modo en que se va a subjetivar. En un capitalismo industrial del siglo XVIII, la subjetividad va a tener que ver con lo que escribe Foucault de los cuerpos dóciles, la formación de los horarios, el trabajador asalariado que respeta autoridades, jerarquías, que puede aguantar más de 8 horas sentado. Este sujeto se caracteriza por una frugalidad y autorregulación, se busca moderación. Mientras que si hablamos del sujeto del siglo XX a XXI, de un capitalismo llamado tardío o financiero, las características tienen que ver con lo que podemos denominar subjetividad neoliberal. Esto refiere a un sujeto que se concibe a sí mismo como empresa, que busca capitalizarse todo el tiempo, optimizarse, y que busca la ruptura de barreras o límites. Lo que Laval y Dardot llaman el dispositivo de rendimiento/goce: eso que antes era una obligación, estar en el trabajo pero que no era placentero es desplazado hacia una búsqueda del placer ahí, una unificación del ámbito del placer y el laboral. Transformarse en su propio jefe, concebirse a sí mismo como su propia empresa.

Julieta: Considerando la diferencia entre estos dos momentos del capitalismo, me parece importante resaltar que en este momento neoliberal lo que hay es, por un lado, una internalización casi absoluta del mandato. Esto de “encontrar tu vocación y que tu lugar de realización sea el trabajo”. Hay quienes tenemos el privilegio de trabajar de cosas que nos gustan, pero igual es algo funcional al sistema. Vas re contenta a hacer que la maquinaria funcione. Y lo otro que me parece destacable es que el capitalismo tiende a una abstracción cada vez mayor. En el capitalismo más fabril había una delimitación de los tiempos de trabajo, de sueño. Por más que se consumía casi todo el tiempo vital en el lugar de trabajo, al salir de la fábrica había un corte y terminaba el horario laboral. Ahora hay una abstracción de ese tiempo de trabajo y un borramiento de los límites, y eso estalla cuando a su vez no me molesta porque “me gusta lo que hago”, ahí está la trampa. Entonces tenemos la internalización del mandato y el borramiento de los límites espacio-temporales.

S: Me parece fundamental esto de entender al neoliberalismo como racionalidad, porque está muy asociado a políticas económicas, que son parte de este modo de pensar que extensivo a todos nuestros ámbitos.

J: Me parece que la manera más interesante de pensar al neoliberalismo es como un modo de vida, no tanto como una política económica. Creer que la esfera económica está separada de las otras esferas de la vida es un error. Podemos tratar de fragmentar para analizar, pero en la realidad está todo entretejido.

S: ¿De qué manera esta racionalidad se extiende a nuestros vínculos con los demás?

J: El vínculo es fundamentalmente a partir de la competencia y la fantasía de la individualidad, porque no deja de ser una fantasía el hecho de que “lo que hago lo hago yo, este es mi trabajo”, como si no estuviéramos todo el tiempo en redes que nos están conteniendo y sosteniendo. Incluso para que nos exploten, no? Pero todo el tiempo estamos en redes, y se genera una fantasía de que somos individuos. Y en esa individualidad, la competencia.

P: También se hace más presente en los vínculos la cuestión del usufructo del otro. ¿Qué es lo que me puede dar el otro? Se está con alguien porque el otro tiene algo para dar, en lugar de pensar otro tipo de preguntas u otras lógicas al interior del vínculo para salir del binomio dar-recibir. Podemos preguntarnos ¿cómo nos potenciamos? por ejemplo. Son preguntas a pensar. Pero se dá mucho esa cuestión del otro como objeto para mi capitalización e incremento. Es esa lógica de la plusvalía al interior de las relaciones, y de todo pulido, suave, nada muy intenso, nada que me reste capital social.. que eso implica también no arriesgarse a decir lo que uno piensa, a ejercer ese concepto que viene desde la antigüedad que es la parresía, el abstenerse a decir la propia verdad, que muchas veces no es muy susceptible de aumentar los capitales sociales sino lo contrario.

J: Pensaba que hay un límite muy fino entre no buscar vínculos en función del usufructo pero si potenciadores, porque de alguna manera los dos son traducibles a buscar estar con gente que sume. Me parece que la diferencia a notar ahí es ¿en qué sentido está sumando o cómo busco que me sumen? Si quiero que me sumen a mí como empresa voy a buscar contactos en ese sentido, o busco gente que verdaderamente me potencia más allá de la capitalización que pueda hacer de mí misma como empresa. No buscamos vínculos que  nos resten de ninguna manera, pero en eso que me potencia no está la buitreada de la subjetividad de la otra persona, el “¿qué puedo caranchear de acá?” sino un “¿qué podemos construir en conjunto, qué tercer cuerpo se puede componer?.

S: ¿Desde dónde genera este discurso de empresa de sí, cuáles son las discursividades que impulsan esta subjetividad?

P: Si pensamos más allá del individuo, los discursos también vienen más allá del individuo, no es alguien en particular sino que hay discursos que atraviesan varias instituciones como lugares de emisión. Desde los medios de comunicación tradicionales hasta las redes sociales.

Y también desde la publicidad, la autoayuda, la neurociencia, la programación neurolingüística y toda una serie de disciplinas en auge hoy que están corriendo a la psicología y al psicoanálisis, principalmente porque son mucho más compatibles sus propuestas con la subjetividad neoliberal de la que hablamos, la de “ser tu propio jefe” y de la resiliencia. Con ésta última hay que tener cuidado porque se terminan transformando cuestiones en eufemismos que hablan de otra cosa. Porque una cosa es la resiliencia como concepto psicológico y lo que se termina transformando en la resiliencia de “cómo hago para seguir siendo explotado y no quejarme en mi trabajo?”.

S: Despolitizando.

P: Claro, la despolitización total de ciertos conceptos, el “hacete cargo”, ser tu propio jefe, el voluntarismo, condiciones ingenuas de autonomía.

S: Esa autonomía en la que todo depende de tu labor, el éxito y el fracaso, y si fracasas depende de tu falta de voluntad y de trabajo, sin a veces considerar las condiciones particulares del contexto.

P: Claro, todo eso que el psicoanálisis no promete. No promete una felicidad absoluta, de hecho uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis es la falta. Es “El Malestar en la Cultura” el texto, no escribió el bienestar en la cultura Freud (ja). Entonces, son discursos que no son tan compatibles ni deseosos de ser escuchados desde esta nueva subjetividad, porque implican un reconocimiento de los límites.

S: ¿Cuál es el lugar de la falta en el psicoanálisis?

P: Por un lado, en relación a Freud en “El malestar en la cultura”, él va a plantear que hay un principio de placer en el psiquismo que se busca, y esa búsqueda implica la evitación del displacer. Pero el principio de placer es irrealizable estructuralmente, no podemos estar felices siempre porque se da por contraste. Y luego en Lacan está el concepto de falta, que es central en su obra. A lo que apuntaba yo es que el psicoanálisis un poco propone que los límites también a veces posibilitan en la vida. Y eso es muy opuesto al planteo del borramiento de los límites que está ligado a la subjetividad neoliberal.

S: ¿En qué sentido estos límites posibilitan?

P: Pensando desde el Edipo por ejemplo, que con ciertas personas no podes vincularte, o con la prohibición del incesto. No poder vincularte con ciertas personas te abre el abanico de la exogamia y te posibilita muchos otros vínculos. El borramiento de los límites, el “que todo suceda” y que “nada es imposible” son discursos que no permiten canalizar energías en ningún lugar puntual, se abre un abanico infinito que en realidad es irrealizable. Kant de alguna manera propone colocar límites de lo que se puede conocer y lo que no para no desperdiciar energía. Este “nada es imposible” de nuevo despolitiza, porque según tu género, tu orientación sexual, el color de tu piel, tu clase socioeconómica, las características físicas de tu cuerpo, de capacidad o discapacidad… según una serie de categorías y de atravesamientos que tiene cada cuerpo se van a poder o no poder distintas cosas. No por algo intrínseco a ese cuerpo sino por la estructura y las relaciones de poder en las que está inserto ese cuerpo con esas características. No me estoy refiriendo a una naturalización o esencialización sino al contrario, a que hay limitaciones sociales hacia cuerpos con ciertas características.

J: Pensaba también en que estas ideas de que no hay límites generan mucho sufrimiento, es la lógica Herbalife por ejemplo o de todas estas pirámides de venta que circulan mucho en las personas y que lo que hacen es generar la fantasía de que realmente podes ser tu propio jefe, que podes hacer un montón de plata con eso, tener un cuerpo fit sin esforzarte. Y eso que se te hace desear genera muchísima frustración cuando empezas a constatar de que no es así. Es como esta idea de Maradona, de que hubo gente que llegó, y eso el capitalismo en otro plano lo superexplota, pero no es algo que se pueda hacer tan habitualmente. Entonces, genera unos niveles de frustración que justamente un montón de veces no se politizan entonces terminan siendo un sufrimiento individual. Cuando empezamos a politizar esa frustración porque vemos que nadie está pudiendo llegar, ahí empezas a tener cierta conciencia. Pero si te quedas solo en la experiencia vivís con frustración y sufrimiento.

P: Y los medios siempre se encargan de mostrar esa excepción del que llegó desde abajo como posibilidad, cuando es una excepción y no una regla.

S: Es este juego del todo abstracto y vacío.

J: Está esta fórmula de ecuación biográfica, y en el medio está nuestra existencia propia: ¿qué hacemos y cómo nos vamos manejando? Porque por más que pensemos los imperativos igual están todo el tiempo operando. En el medio está el ¿qué vamos pudiendo hacer?. En ese sentido, personalmente apelo a que las humanidades y las ciencias sociales me sirvan para poder correrme de esos lugares que no están buenos. Dejar de reproducir al menos tan frenéticamente esos mandatos, que igual están presentes en nuestros cuerpos pero tratar de correrse de esas abstracciones. Decir bueno: estas abstracciones me cierran resuenan conmigo y cuáles no. Ir haciendo ese hilado más fino. Separar la paja del trigo. Y hay algunos imperativos que ni siquiera los hemos visto, que los vimos desde afuera y no nos dimos cuenta de que estábamos siguiendolos. Eso es un trabajo interesante constantemente.

S: Cuándo pensaba cómo resistir a esta lógica neoliberal pensaba en Spinoza.

J: Él a lo que va es hacia una autonomía cada vez mayor de ir encontrando esa singularidad e ir justamente demarcando un límite respecto de esos imperativos, lo que implica un autoconocimiento. Y en ese autoconocimiento yo sé que hay cosas que me afectan, pero puedo avanzar y puedo saber por qué esto me afecta de esta manera.Tener ese conocimiento, poder ir eligiendo y cumplir con unx mismx. Buscar relaciones con personas que me potencian, que me permiten ser más yo. Silvestri y Deleuze hablan del concepto de manada que está bueno porque tiene mucho más de elección, que se corre de la queja del lugar que te tocó. Sin desatender que puede ser un bajón efectivamente, pero tenes una posición más activa con eso.

S: ¿Cómo juega en este momento en particular de pandemia?

P: Me parece que lo que subyace, lo que se busca con todos estos consejos y tips sobre cómo comportarse en medio de la pandemia es no desprogramar la subjetividad que tantos siglos le costó al capitalismo construir. Ahora, que algunos podemos dormir hasta más tarde, tener otros horarios, otra vestimenta en el trabajo desde casa, hay que, sin embargo, sostener ese edificio subjetivo para que, cuando en teoría termine la pandemia, salir y volver al trabajo, a ese mundo de las instituciones, que tiene que recibir las mismas subjetividades que antes alojaba.

J:  Esto de querer seguir en la normalidad en una circunstancia que es totalmente anormal. Lo que he venido haciendo muy spinozianamente es ir viendo ¿qué es lo que a mi me sirve para llevar esta situación anormal lo mejor posible? Y también no caer en el imperativo de entrar en pánico, porque el pánico y la desesperación fueron un imperativo social que se fue gestando. Un diseño emocional, algo que hay que sentir. En cambio, prefiero ver qué voy haciendo en función de lo que siento. Esto lo retoma Foucault también que son las prácticas de los antiguos, las prácticas del sí. Encontrar qué cosas se componen conmigo y cuáles no.

P: No hacer algo solo porque es un mandato también es regirse por el mandato, en sentido inverso.

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Lila
Lila
3 years ago

Pft, está excelente y súper interesante. Qué rico poderme cuestionar tantísimo a mí misma observando desde esta lectura mi propia burbujita neoliberal, la que yo he subjetivizado. Gracias.

Última edición 3 years ago por Lila